Amor imposible.
Cada mañana miraba desde la ventana como salía junto al amanecer. Tenía tal brillo y color que no pensé que pudiera sentir tanta emoción.
Un día me atreví a saludarla con un simple «hola» y me respondió con un movimiento de aceptación con la cabeza.
Al día siguiente ya me contestó con otro «hola» que me derrumbó, ya que sabía que no se acercaría a mí. No soy muy agraciado, no como ella, siempre va sensacional.
Pero sí, se acercó con el paso de los días y a sabiendas lo que iba a pasar, pasó. Se quedó enganchada a mi tela de araña y su luz dejó de brillar.
Tenía que destruir todo lo que me había costado tanto conseguir para liberarla. Pero ella se resistía a irse. ¿Qué podía hacer? Le dije que confiara en mí y me miró fijamente a los ojos y asintió. Todo iba a salir bien.
Ella quedó libre y sabiendo que nunca podríamos estar juntos, nos mirábamos cada mañana con un fuerte pesar y a la vez con una enorme emoción por haber estado tan cerca de nuestros corazones.