La condena de la amapola.
Se encontraba en un paraje único, donde el amarillo se fundía con el horizonte y acentuaba la diferencia de su aspecto.
Pero alguien decidió que una sola flor desentonaba en aquel lugar y decidieron llevarle a otro paisaje y mezclar su originalidad.
Su condena fue su salvación.
Nadie quiere pertenecer a un lugar donde no le agradecen su presencia.
Decidió olvidar su destierro y confundirse en un sin fin de posibilidades, pertenecer a la diversidad, donde la desemejanza era una alusión a la grandeza.
No por ser diferente eres menos hermoso.
Aquel lugar olvidado sumergió en la monotonía de un sólo color y una sinfonía de una sola nota.
Aquellos desaprensivos que le desterraron por ser distinto se encontraron con un paisaje desolado.
No sabían que tú eres la diferencia grata que todos ansían.
Ahora tienes tu lugar, tu diferencia, tu armonía, tu libertad.