Con el viento de cara y tu mejor sonrisa te meces entre dos estaciones sin importar que destino te sonará.
Los caminos hacen de vía y tu único equipaje es tu casa de caracol.
Montada en tu maleta encarnada te meces en un destino incierto y a la vez más seguro.
Aunque sabes que el trayecto te causará más heridas, siempre podrás curar las sufridas.
Que llevará esa tela encarnada para que sea lo único que deseas conservar.
Cuantas cosas habrás dejado atrás pensando que no cabrían.
Cuanto te habrá costado el billete a tu libertad.
Mientras tú te alejas con el traqueteo de tus tacones piensas que no volverás.
¿Es eso posible?
¿Podrás olvidar los momentos dulces?
O tal vez sepas que tienes un gran poder, ser capaz de seleccionar.
Nunca miras atrás cuando caminas, ni siquiera a ese adoquín que te hizo tropezar.
Lo conseguirás.